22 Jun 2013

Todo empezó con una luna llena.

Todo empezó con una luna llena. Ese día estaba especialmente brillante. Al menos a mí en ese momento me pareció así. Sentí como si fuera una señal. 
Después de cenar, empezó a brillar. Unos encendieron cigarrillos. Otros hablaban. Otros fueron al McDonal's a comprar helados y uno de ellos entró ofreciendo la pizza que sobró. Otros estaban demasiado ocupados descubriendo sus sentimientos como para estar atentos a todo esto.
Tras dar un paseo, nos quedamos en el muelle. Unos se fueron. Los cigarrillos pasaron por casi todos. Se planteaba la idea de un baño en pelotas, pero no se llevó a cabo. Algunos se sentaron y fumaron en unas especies de gradas. Otros caminaban y estaban de pie. Y la luna estaba brillando como nunca. Y yo no podía de parar de repetirlo. Olía a mar. Olía a verano. 
Incluso, en esa relativa paz en la que nos encontrábamos hubo un gran alboroto al producirse el ataque de unas cucarachas que acorralaron a una de las chicas. 
A muchos les apetecía beber algo, así que nos fuimos a otra parte del muelle que tiene algo así como una "playa" de piedras. Compraron chuches, y yo me comí un chicle. Recogieron una cantidad de dinero entre los que querían beber y tres personas se fueron a buscarlo. Los demás no estábamos seguro si lo conseguirían, así que simplemente esperamos. 
Estábamos todos en unos bancos, y justo delante de nosotros había una estatua de una mujer con una caja de pescado, o algo por el estilo. Lo curioso de ella, es que tiene una boca de muñeca inchable. Tras meterle unos chicles dentro, nos pusimos a imitarla. La gente nos miró con cara de desaprobación, pero esta es una parte de nuestra vida única e irrepetible, así que cuanto menos prestemos atención a las miradas de desaprobación por nuestros actos sin sentido, pero imprescindibles, más felices seremos.
Quería tocar el agua del mar. Así que bajé unas escaleras y me puse al lado de la orilla. Algunos me siguieron. Intentamos hacer rebotar las piedras. Y nadie lo consiguió. Y nadie se sintió mal por ello. Y nadie le daba importancia al estar tirando piedras que algún día volverían a ese mismo sitio. Tan solo estábamos ahí y estamos juntos, y aunque no fuésemos amigos de toda la vida, éramos felices tal y como estábamos en ese momento. Nada más importó. 
Un rato después de eso, llegaron con una botella de vodka. Era con sabor a coco. Tuvieron que pedirle a alguien que se las comprara. La abrieron y todos comenzaron a beber de ella. Se la pasaron unos a otros. Por alguna razón de la vida, acabó en mis manos. Se supone que yo soy esa chica "sanota" que nunca ha bebido. Y lo probé. Fue la cosa más asquerosa del mundo, y la escupí. Y rieron.
Me senté en la pequeña bajada para bajar a la playa. Y me quedé así, mirando al mar, intentando sacar una conclusión filosófica de esos momentos. Algunos se acercaron y se sentaron conmigo. Uno de ellos, comenzó a hablar de que todos opinaban sobre nosotros, pero que ninguno tenía ni idea de nuestra historia. Y él comenzó a contarnos la suya. Y la botella llegó a nosotros. Y todos bebieron y se la pasaron. Fue cuando me di cuenta de la intimidad del momento. No contaré su historia. No contaré la mía. Ni contaré las pocas frases que dijo alguno que no le apetecía contar la suya. Pero caímos en la cuenta de cosas importantes, como que el dinero le quita verdad a la realidad, el egoísmo de gente que no pensó en los demás y les hizo daño, y la importancia de ser uno mismo, y dejar que las cosas fluyan.
Entonces, me tocó marchar. Me despedí de los que estaban en el banco. Pero los que se sentaron conmigo, siguieron a mi lado y me "escoltaron". Continuamos con nuestra conversación y llegó el adiós final.
La razón de que quedáramos fue principalmente que algunos se iban a ir del instituto, por lo que lo más posible es que no nos volviésemos a ver más. A mí me gusta pensar que esto no es un "adiós", sino un "hasta luego".
Han sido grandes personas las que he conocido, y las que me han hecho cambiar la idea sobre ver la vida y a la gente en general. Porque no somos una apariencia. Somos nosotros mismos, y eso es lo que nos hace vivir.
Quizás, algún día vuelva a ver una luna tan luminosa y me vuelva a sentir como esa noche. Creo que muchos de nosotros, no seremos capaces de olvidarla.

No comments:

Post a Comment