15 Dec 2013

Ella

Siempre la miro con buenos ojos. Ella me ha enseñado cosas que nadie nunca ha hecho. Y me ha hecho vivir. Y sonreír.
Sus ojos son marrones. Típicos, dirán algunos. Pero su mirada es preciosa. Su único defecto es que la esconde. Cuando los días son soleados, he visto esos ojos color tierra brillar, y tomar quizás un pequeño matiz a naranja. No puedo evitar acompañar esto con un recuerdo de una foto que tomé un día. Su mirada era tan vivaz, tan feliz. Yo le acababa de provocar una carcajada, y esos ojos que yo reconozco cuando mienten, reflejaban una alegría, de ese momento, efímera. 
Me gusta observarla cuando sonríe. Sus dientes son afilados y rectos. Y su sonrisa es tan bonita. Y me gusta tanto cuando le hago sonreír. A mí su forma de los dientes me recuerda a los de David Bowie, artista que ella adora. Ella no necesita aparatos, no como yo.
Ella es delgada. No quiere admitirlo, pero lo es. Es alta, y sus piernas son dignas de una pasarela. No es voluptuosa. Eso a veces le disgusta. Yo no creo que suponga un problema, todos los cuerpos, y los pechos son bonitos. Bueno, quizás el pecho arrugado y viejo de una  señora mayor no, pero no es de lo que hablo.
Ella tiene el pelo castaño. Su corte siempre cambia, nunca queda a gusto con ningún resultado. Yo tampoco estoy en su mente. Pero quizás es una manera de descontento, qué sé yo.
Yo... Yo no sé si esto que he dicho ella lo aprobará. O si  pensará que he sido osada al decir todas estas cosas. Tan solo opino que ella es bella, y odio la forma en la que los demás pasan por alto eso. Odio que ella a veces se cierre, porque vale más de lo que muchas personas lo hacen. Porque cae en los detalles que otros no perciben. Porque es ella. 
Siempre ha sido importante para mí. No sé si leerá esto, y en tal caso, si se dará por aludida. 
Sinceramente, te quiero. No lo diría si no fuera así. Te quiero. Te quiero.

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